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¿Y si este Día del Padre hablamos de elegir?

Paternidades reales, ausencias estructurales y amor con responsabilidad.


Cada junio llega el Día del Padre, y con él, una mezcla de emociones que pocas veces se nombran: incomodidad, contradicción, vacío, dolor. No porque odiemos a los padres, sino porque hablar de la paternidad es hablar también de todo lo que faltó. De todo lo que se esperaba y no llegó. De todo lo que, en silencio, nos marcó.


Porque aunque el imaginario colectivo insista en imágenes tiernas, desayunos y abrazos, la realidad para muchxs ha sido otra. Paternidades atravesadas por el abandono, por la violencia, por la inaccesibilidad emocional o por el afecto condicionado. Y aunque eso incomode, no se puede seguir ocultando bajo el peso de una celebración automática.


📊 Una ausencia estructural, no individual


En México, más del 40% de los hogares están sostenidos por mujeres. Y esto no solo habla de economía, sino de vínculos. De quién cuida, de quién acompaña, de quién está. Durante generaciones, la figura paterna ha sido validada más por lo que "provee" que por lo que construye emocionalmente. La ausencia ha sido tan común que muchas veces ni siquiera se nombra como tal: se normaliza.

Por eso, romantizar la paternidad sin matices puede ser una forma de negar lo que duele. De invisibilizar las heridas. De sostener una imagen que no siempre corresponde con la experiencia real.


🧱 Paternidades posibles, no ideales


No se trata de juzgar ni de exigir reconciliaciones forzadas. No hay una sola forma correcta de vivir esta fecha. Lo que sí podemos hacer es abrir una conversación más honesta:


  • ¿Qué vínculo tuvimos con nuestro padre?

  • ¿Qué nos faltó?

  • ¿Qué aprendimos sobre el amor, el poder, el cuidado?

  • ¿Qué formas heredadas hoy nos siguen pesando?

  • ¿Qué tipo de amor queremos (y merecemos) construir distinto?


Porque ser padre no debería ser un rol impuesto ni un lugar de autoridad incuestionable. Ser padre —si se elige— debería ser una práctica cotidiana de cuidado. De presencia afectiva. De escucha. De ternura. De asumir los errores y, cuando se puede, reparar. Ser padre no es simplemente “estar ahí”, es estar disponible emocionalmente.


🧠 ¿Y qué tiene que ver esto con el amor?


Todo.

Porque los vínculos de la infancia no se quedan en la infancia. Se manifiestan en nuestras relaciones actuales: en cómo confiamos, en cómo nos defendemos, en lo que esperamos (y aceptamos) de los demás. En los límites que ponemos o en los que nos cuesta sostener. En los silencios que nos incomodan. En la forma en que nos cuidamos… o no.


Por eso, en este mes:


  • Repetimos: no es amor si no hay presencia emocional.

  • Decimos: no basta con “hacer lo que se puede” sin conciencia del impacto.

  • Reafirmamos: el rol de padre no puede seguir siendo un poder automático.

  • Y proponemos: reparar, si se puede, desde la ética y no desde la culpa.


🌱 Este junio, elegimos hablar


Hablar de paternidad no es solo hablar de papás. Es hablar de las huellas que dejaron, o que no pudieron dejar. Es hablar de los mandatos que se nos incrustaron sin darnos cuenta. Es hablar de la ternura que nos faltó, y de la que hoy buscamos construir.

También es hablar de las nuevas formas de amar: más libres, más cuidadas, menos condicionadas. Amores donde el cuidado no depende del género, donde la ternura no se entrega por obligación, y donde estar presente no sea un esfuerzo heroico, sino un compromiso cotidiano.

Este Día del Padre, quizás no tengas nada que celebrar. Y está bien. Puedes pensar, escribir, hablar, llorar, o simplemente no hacer nada. Porque no todos los vínculos se celebran. Pero sí todos pueden pensarse.

Y a veces, lo más revolucionario no es regalar una corbata, sino permitirnos decir en voz alta lo que antes callábamos.


Eso también es un acto de amor. Y uno de los buenos.

 
 
 

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